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¿Deben los cristianos dejar de llamar Salvador a Jesús?

¿Deben los cristianos dejar de llamar Salvador a Jesús?

iStock/Wirestock

Hace poco, el reverendo Brent Hawkes se presentó ante su congregación de Toronto y les instó a dejar de usar la palabra "Salvador" al describir a Jesús. Lamentablemente, he escuchado opiniones similares en los 25 años que han pasado desde que me convertí al cristianismo, tras haber sido musulmán toda mi vida. Generalmente, se presentaban instando a los cristianos a abstenerse de llamar a Dios "Padre" o a Jesús "el Hijo". Pero con el reverendo Hawkes fue la primera vez que escuché a un cristiano llamar a otros cristianos a no llamar a Jesús "Salvador", y fue impactante.

Entonces reflexioné sobre mi odisea del Islam al Cristianismo. ¿Habría llegado a Cristo con mayor facilidad si los cristianos hubieran evitado llamar a Jesús su Salvador? Al contrario, sin esa verdad, nunca lo habría hecho.

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Entiendo el deseo de hacer que el cristianismo sea más atractivo para quienes no son de la fe. Pero despojar a Jesús de su título de Salvador no hace al Cristianismo más atractivo, sino que lo deja sin sentido. Si Jesús no es el Salvador, ¿qué diferencia al cristianismo de cualquier otra cosmovisión? ¿Qué haría que valga la pena considerarlo, y mucho menos creerlo?

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Algunos argumentan que llamar a Jesús el Salvador es ofensivo o un obstáculo, especialmente para quienes tienen otras confesiones religiosas, como los musulmanes. Pero esto malinterpreta por completo cómo los no cristianos perciben al Cristianismo.

Los musulmanes, por ejemplo, ya saben que los cristianos creen que Jesús es el Salvador; es una de las afirmaciones cristianas más claras y fundamentales. Sugerir que les desanima algo que ellos ya reconocen como central para la fe es ingenuo y condescendiente.

Más allá de eso, casi todas las grandes religiones del mundo ya reconocen a Jesús como un maestro moral. Como exmusulmán, puedo afirmar con certeza que si Jesús fuera simplemente un guía —el término que el reverendo Hawkes nos haría sustituir por Salvador— no habría yo tenido ninguna razón para cruzar la puerta de ninguna iglesia para encontrar a Jesús. Los musulmanes ya creen que Jesús fue un profeta y un maestro; ¿por qué recurrirían al Cristianismo si éste no les ofrece nada más allá de lo que ya ellos aceptan? Si reducimos a Jesús a un simple guía espiritual, hacemos que la fe cristiana sea irrelevante. Los budistas ya tienen a Buda, los hindúes a Krishna, los confucianos a Confucio y los musulmanes a Mahoma. El mundo no necesita otro maestro. Necesita un Salvador.

Irónicamente, el mismo cambio que algunos impulsan —hacer el Cristianismo más accesible— es lo que alejará a la gente. Precisamente porque Jesús es el Salvador, yo y tantos otros conversos nos sentimos atraídos al Cristianismo.

Y esta es la verdad: quienes más ansían eliminar la palabra "Salvador" suelen ser quienes nunca han vivido fuera del Cristianismo. Suponen erróneamente que quienes pertenecen a otras religiones estarán más abiertos a una versión más suave y menos ofensiva de Jesús. Pero quienes hemos recorrido el camino hacia el Cristianismo sabemos que no es así. No vinimos en busca de un mensaje diluido. Vinimos en busca de la verdad completa y transformadora.

El reverendo Hawkes afirma que llamar a Jesús el Salvador es un tropiezo. Pero la Biblia es clara: "La palabra de la cruz es un tropiezo" (1 Corintios 1:23). En ningún lugar de la Escritura nos dice que eliminemos ese tropiezo; nos dice que lo proclamemos.

Por supuesto, existen barreras innecesarias que debemos eliminar para ayudar a la gente a escuchar el Evangelio: disputas denominacionales, debates doctrinales secundarios, etc. Pero Jesús como Salvador no es una de ellas. Si alguien tropieza con el Cristianismo, que sea con su verdad central, no con una sombra tibia de ella.

Necesitamos escuchar a quienes realmente han luchado con el Cristianismo desde afuera. Y cuando la gente busque la verdad, asegurémonos de que encuentren una fe con sabor, audaz, distinta y sin complejos al proclamar a Jesús como el Salvador.